El pasado 3 de mayo, el calorcito mendocino no vino solo del sol. En Maipú se respiró chispa, café y ganas de entender lo invisible.
Desde las 9 de la mañana, un grupo de técnicos se sumergió en lo que parecía una clase, pero fue mucho más: un viaje a las entrañas del sistema de inyección.
El curso Mecatrónica Nivel 2 no es para mirar desde el fondo. Acá se mide, se piensa y se mete mano. Entre sensor y sensor, los asistentes no solo aprendieron teoría: vivieron los síntomas, jugaron al diagnóstico real con el catafalco y descubrieron que un voltaje puede decir más que mil palabras.
Se habló de TPS, de sensores de leva, de mezclas que cambian con el calor... y de esas fallas que solo aparecen cuando el cliente ya cerró la puerta del taller.
Hubo risas, errores provocados a propósito (para aprender con cabeza) y un almuerzo con charla técnica incluida.
Más que un curso, fue una jornada de conexión entre colegas que no quieren memorizar fallas, sino entender el porqué.
Porque como se dijo ese día, casi sin querer:
“El multímetro no piensa... vos sí.”